Lo que no puedo soportar
No puedo soportar la imagen que me toca vivir todos los sábados por la noche: diez o doce hombres reunidos frente al televisor en el bar de siempre, gritando, sufriendo y gimoteando ante la contemplación de un partido de fútbol.Diez o doce hombres en celo, en un reducido espacio de tres metros, humo, jarras de cerveza, calor, rabia, las mujeres a dos mesas vista, y tú mezclándote con ellos.
No puedo soportar verte tan lejos.
No puedo soportar tus conversaciones banales, tu rostro desfigurado ante una jugada dudosa, tu furia contra el árbitro cuando comete un error, y la felicidad que alcanzas cuando tu equipo marca eso que llamáis gol, es decir, cuando uno de los once hombres en pantalón corto alcanza la portería contraria, la perfora, la rompe por dentro.
¿Lo ves?, todo se reduce a lo mismo.Esa furia, y esa felicidad, que ni siquiera desplegas conmigo cuando te introduces dentro de mí.Y tú intentas explicarte, hacerme partícipe de tus emociones. El domingo pasado, por ejemplo, me decías que estabas cansado, que el partido te había agotado, que tenías una sensación de vacío y desahogo equiparable a lo de ayer por la noche.Quizá ello sea equiparable al vacío que siente el artista al finalizar una obra. Un libro, un poema, un cuadro, una escultura. ¿Te expliqué que antes de conocerte tuve un amigo que pintaba? Y hablaba de lo del agotamiento y del vacío exactamente igual que tú. Refiriéndose a la pintura, claro.¿Eso significa que existe algo de arte, entonces, en el deporte?
Y sigues estando lejos.
Tan lejos como cuando te hablo de mi ansiedad por escribir, de mis miedos y mis inquietudes. Enciendes un cigarro tras otro, intentas mostrar interés, pero sé que no me escuchas. Me dices “Eso de escribir lo hacen mucho las mujeres: mi hermana y mi prima también escriben”. Vaya, tu prima y tu hermana, dos bichos raros que pasan de los cuarenta y que, como no tienen una vida sexual satisfactoria, según tú, se dedican a escribir. Debo de ser afortunada, o no funciona tu teoría.
Tú que no eres capaz de ver más allá de lo que se ve.
Un ejemplar del hombre de Cromagnon en el año 2007.
Entonces soy yo. Si como mujer hago honor al dicho y soy complicada, desordenada, impulsiva y antifútbol. Y me veo obligada a hipotecar mis fines de semana para estar con Ronaldinho y Márquez. Para estar contigo.
Por fin, estamos ya en tiempo de descuento. Dentro de cinco minutos, si no hay prórroga, vendrás, con tus cinco amigos, me preguntarás si he reservado mesa para cenar, me pellizcarás la blusa y me subirás el escote, pagarás tus cinco copas de cerveza y te sentirás el hombre más feliz del mundo.
Y yo también.
1 comentarios:
A las 19 de enero de 2007, 10:37:00 GMT-8 , Abogadaenbcn ha dicho...
Querida compañera, ya veo que has actualizado el blog de golpe!!! Cuando te pones te pones. Muy bien los textos! Un besazo.
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