Verano en Lloret de Mar
Cuando yo tenía diecisiete años, allá por el verano del 90, veraneábamos con mis padres y mi hermana pequeña, que entonces era una niña, en un hotel de Lloret de Mar. Recuerdo el verano del 90 como uno de los mejores de mi vida, después del verano del 2004 en el que nació mi hija y del verano del 97, en el que conocí a su padre.
La naturaleza, para compensar mi nariz aguileña, me había dotado de una figura escultural que en aquellos años cuidaba a diario a base de gimnasio y que era mi principal atractivo para el sexo opuesto, sobretodo venido de Italia. Con las hormonas a flor de piel, la selectividad aprobada y una plaza segura en Derecho, aquel verano disfruté intensamente de todo lo que la vida me ofrecía. En la piscina del hotel, jugando con mi hermana de la manera más inocente, conocía a Nello y sus amigos, todos de dieciocho años, jóvenes, divertidos, guapos, fuertes ... italianos de pura cepa.
Nello se enamoró de mí con todas las letras, y yo me dejé llevar por el momento. Dice el tópico que los italianos son machistas, que no permiten que una mujer pague la cuenta, que cuidan a las mujeres como el mayor de sus tesoros. Y bien, parece que ello es así. ¿Recordáis lo que dijo Berlusconi cuando le preguntaron por qué en su Gobierno hay tan pocas mujeres? "Porque están amamantando a sus bebés"- lo que ya sabéis que tampoco me parece mal, con perdón de la Chacón y nuestras Ministras modernas de aquí -.
Bueno, pues volviendo a Nello, él hacía bueno el tópico: era atento, caballeroso y me protegía como los hombres de antes protegían a una mujer. A mí me gustaba este rol, que no encontraba por aquí. Hasta mi madre estaba encantada con él y sus amigos italianos del hotel.
Por eso, al leer estos días el caso de la joven italiana Federica, no he podido evitar recordar aquel verano y cómo han cambiado las cosas. Yo, siendo todavía menor de edad, salía sola todas las noches con Nello y sus amigos italianos hasta altas horas de la noche, y mis padres en ningún momento estuvieron intranquilos. Nello nunca intentó hacer nada que yo no quisiera, y como por aquellas fechas todavía creía en la virginidad como "regalo" para el padre de mis hijos, la cosa no pasaba de algunos arrumacos en la discoteca o en la playa.
Cuando el verano terminó, le regalé una medalla con mi nombre y mis fotos. Nello estuvo escribiéndome, llamándome, durante los años de facultad, pero nunca volvía a verle. Me envió fotos, supe que aprobó una oposición a "carabinieri" en Livorno, donde vive. Incluso hasta hace unos años me sorprendí un día con una llamada de él a mi móvil. Mi madre, que todavía le recordaba, ¡se permitió darle mi móvil! - "Vengo a Barcelona", me comentó.
Una amiga me comentó que si hubiera estado soltera, no me lo hubiera pensado dos veces. No tiene razón: todo en la vida tiene su momento. Las cosas pasan cuando tienen que pasar. "Ahora somos adultos y padres de familia. Pero siempre nos quedará Lloret".
2 comentarios:
A las 30 de julio de 2008, 3:11:00 GMT-7 , Abogadaenbcn ha dicho...
Que post más bueno!!!
Esos veranitos...aiiiii
A las 22 de septiembre de 2008, 14:02:00 GMT-7 , Anónimo ha dicho...
Quina historia més maca!!!
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