sábado, 11 de noviembre de 2006
La tienda de informática

Érase una nariz superlativa

Una abogada a una nariz pegada

Desde que tengo uso de razón escribir ha sido para mí más que un disfrute, es una necesidad. Y ahora que el universo de las nuevas tecnologías nos regala la posibilidad de tener una ventana abierta al exterior donde expresar todo lo que el día a día no nos permite gritar a los cuatro vientos, no voy a ser yo quien deje pasar esta oportunidad. Tengo 33 años a punto de cumplir 34, soy abogada, escritora aficionada y madre, además de asesora de lactancia y educadora en masaje infantil. Los que me conocen dicen que soy generosa, hiperactiva, perfeccionista y, sobretodo, feliz y convencida de lo que hago. Como buena Libra suelo mediar en los conflictos, y lo que sí es cierto es que mis intereses suelen ser los últimos después de los de los demás.
Este blog tratará de lo que son mis dos grandes pasiones en torno a las cuales gira mi existencia: el ejercicio de la abogacía y el mundo de la maternidad y los niños. Pero también con un guiño a mi tercera pasión: la literatura. Así que no os extrañéis si os encontráis un post sobre la reforma del turno de oficio prevista en Cataluña mezclado con los beneficios de la lactancia materna en relación al incremento del vínculo entre madre e hijo derivado del efecto de la oxitocina. Y dejo a vuestro libre albedrío adivinar cuáles de los posts son reales como la vida misma y cuáles obedecen únicamente a mi imaginación de escritora aficionada, ya que os haré partícipes de algunos de mis relatos y cuentos que reposan todavía en papel en un cajón del despacho que se cae a trozos.
O una crítica feroz a un sistema que permite que un cliente inocente pase tres días en el calabozo debido a una denuncia falsa de una esposa despechada, junto con la reivindicación de respetar y comprender las necesidades de los bebés a la hora del sueño, o de una legislación laboral que no obligue a las mamás a separarse de sus hijos con apenas tres meses y medio de vida.
Mi nariz será intolerable y no dejará títere con cabeza. Ya que muchas cosas no pueden cambiar … por lo menos, me queda el derecho al pataleo.
Así que esperad, voy a coger mi toga y vengo.
¡Audiencia pública!