Violencia de género, otra vez
En la guardia de violencia de género del jueves pasado me encontré un caso que no tiene desperdicio: una chica ecuatoriana, de unos treinta años y madre de tres hijos que viven con sus padres en su país, acusó a su compañero de violación la pasada madrugada, pero afirmó que no se resistió por miedo, llegando a eyacular él en su interior sin protección alguna.
La Juez no la creyó porque no había partes médicos ni lesión, estuvo esperando largas horas en Can Ruti hasta que desistió, al ver que no la atendían y ella no había ni siquiera dormido.
Por lo tanto, no pudo ser examinada por el forense, y su declaración adolecía de graves contradicciones. Él, el presunto violador, decía no recordar nada por el alcohol. "¿Cuánto ha tomado? - le pregunté. - Unas cervecitas y un vaso de whisky".
Pero lo más impactante fue que cuando le expliqué a la víctima la pena que podía caerle al padre de su hija, me dijo: "no por favor, haz lo que puedas para que salga, en prisión no podrá pagar la hipoteca ..."
Sin comentarios.